martes, 11 de febrero de 2014

FEBRERO 11, 2014

JOSÉ JORGE ALCALÁ, JORGE MAURICIO PASTOR POTOSKY, ALMA DELIA SALAZAR, SEVERO MIGUEL, JOSEFINA LÓPEZ MACÍAS, AMALIA BENÍTEZ, JULIETA PELCASTRE, CARMEN CASAS CAJICA Y A ARTURO ORTEGA MORÁN CAPSULA DE LENGUA 270, HISTORIA DE AMOR Pronto será 14 de febrero, día en que celebramos el amor y la amistad. Así que hoy nos adelantamos a este acontecimiento contando una historia de amor etimológica: A ese momento en que un hombre y una mujer se sentían atraídos, los romanos lo explicaban con la intervención de Cupido, ese niño con alitas y encuerado que se entretenía lanzando flechas para dar inicio a una historia de amor. A partir de ese momento, el varón se convertía en pretendiente e iniciaba el cortejo. Pretendiente viene del latín prae (al frente) y tendere (dirigirse); o sea… es el que se tiende sobre la muchacha. Cortejar, es esa actitud por halagar mediante regalos y atenciones, como sucedía en las cortes reales en las que los cortesanos trataban de quedar bien con el mandamás mediante cortejos. Por cierto que la palabra corte, en este sentido, viene del latín cohors, palabra que encierra la idea de un lugar cerrado y separado, en este caso de la chuzma. Pues ya entrados, el galán pasaba a pedir la mano de la muchacha; esto ha generado mucha curiosidad porque uno se pregunta ¿y por qué sólo la mano? La respuesta está en el antiguo derecho romano. Resulta que en esta sociedad “manus” tenía el sentido de “patria potestad o tutela”; y las mujeres siempre tenían que estar bajo la “manus” de un tutor. Naturalmente, en sus primeros años, estaba bajo la “manus” del padre y cuando se casaba, quedaba bajo la “manus” del marido. De modo que cuando el varón pedía la “manus” de la chica, en realidad lo que solicitaba era la tutela para hacerse cargo de ella y de sus asuntos. Si todo salía bien, quedaban comprometidos y los jóvenes se convertían en esposos, palabra que viene de spondere (prometer); aquí hay que resaltar que en origen los esposos no eran los que estaban ya casados, eran los que estaban comprometidos; concepto que sobrevive en la palabra esponsales (promesa). Después de un tiempo, se efectuaba la ceremonia en que la pareja se juraba amor eterno, es decir, hacia sus votos que en latín se decía votum y en plural vota, de esta voz nació la palabra boda. Todos felicitaban a la nova nupta (nombre latino para la nueva casada); de nova y novus surgió la palabra novios. Es de anotar la curiosidad de que en su origen latino, los esposos eran los comprometidos a casarse y se convertían en novios en el momento en que se casaban. Lo contrario de lo que ahora entendemos. Después de la boda, la pareja se establecía en su casa y por eso se decía que ya estaban casados. Y colorín colorado, vivían felices hasta que eran separados por la muerte… o por el divorcio, que etimológicamente significa “dar la vuelta en diferentes direcciones”.

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