viernes, 5 de diciembre de 2014

DICIEMBRE 5, 2014

Héctor Cesar Peñaloza Herrera Un tipo muy agobiado, está en la barra de un bar platicando con un amigo y le dice: Las ventas andan muy mal. Si yo no logro vender más autos este mes, voy a perder hasta las nachas" Después de decir esto, se percata de que cerca de ellos está sentada una hermosa chica y muy apenado le dice: -Perdóneme Usted, la expresión señorita. -No se preocupe, le dice la chica-, yo lo comprendo porque estoy en un problema "simétrico"e inversamente proporcional al suyo. - Ah caray!!! ¿Que significa "un problema simétrico e inversamente proporcional"?. No entiendo. - Escuche. Si yo no logro vender mas las nachas en este mes,.. ¡voy a perder hasta el auto!

miércoles, 3 de diciembre de 2014

DICIEMBRE 3, 2014

Reflexiones de un HOMBRE MADURO Cuando cumplí 15 años esperaba algún día tener una novia. A los 18 tuve una novia, pero no había pasión. Entonces decidí que necesitaba una mujer apasionada, con ganas de vivir. En la Universidad, a los 20 años, salí con una mujer apasionada, pero era demasiado emocional. Todo era terrible, era la reina de los dramas, lloraba todo el tiempo, amenazaba con suicidarse. Entonces decidí que necesitaba una mujer estable. Cuando tuve 25 años , terminé mi carrera de administración y encontré una mujer muy estable, pero aburrida. Era totalmente predecible y nunca la excitaba nada. La vida se hizo tan plomiza que decidí que necesitaba una mujer más emocionante. A los 30 encontré una mujer excitante, pero no pude seguir su ritmo. Iba de un lado a otro sin detenerse en nada. Hacía cosas impetuosas y coqueteaba con cualquiera que se le cruzara. Me hizo tan miserable como feliz. De entrada fue divertido y energizante, pero sin futuro. Entonces decidí buscar una mujer con alguna ambición. Cuando llegué a los 35, encontré una chica inteligente, ambiciosa y con los pies sobre la tierra. Decidí casarme. Era tan ambiciosa que me pidió el divorcio y se quedó con todo lo que yo tenía. Ahora, a los "cincuenta" años, con toda la sabiduria y experiencia ganada.... Me gustan las mujeres con Pechos grandes y buen trasero.. Y .... PUNTO. HASTA QUE POR FIN MADURÉ

martes, 2 de diciembre de 2014

DICIEMBRE 2, 2014

CÁPSULA DE LENGUA ¿Usted sabe por qué a quien tachamos de tonto, le decimos que es un tarugo? Cuando en México te dicen que eres un tarugo, ¡preocúpate! Piensan de ti que eres un tonto y que tus acciones no son sino “tarugadas”. En el diccionario ya se registra esta acepción pero, con elegancia, de un tarugo se dice que es: “una persona de rudo entendimiento”. ¡Qué curioso! En su origen, un tarugo era un clavo grueso de madera que se usaba para ensamblar puertas u otros objetos de madera. Después, se llamo así a cualquier trozo grueso de este material. Por otro lado, antes de que la tecnología desarrollara accesorios para mantener abierta una puerta o una ventana; era muy natural atorarlas con un trozo de madera, es decir, con un tarugo, que siempre era fácil de conseguir. ¡Y ahí estaba el pobre tarugo!, sin derecho a protestar, sosteniendo a puertas y ventanas. No fue raro entonces, que cuando alguien se sentía víctima de un abuso, dijese “ya me agarraste de tu tarugo”; y quien se sometía sin protestar, era un tonto que automáticamente pasaba a ser un tarugo. Con el tiempo, los tarugos de madera se han olvidado y ahora aún los hay en abundancia pero… de carne y hueso.

lunes, 1 de diciembre de 2014

DICIEMBRE 1, 2014

Nasrudin conversaba con un amigo. Entonces, ¿nunca has pensado en casarte? Sí, pensé -respondió Nasrudin. En mi juventud busqué a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y del espíritu, pero no era bonita. Entonces decidí ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material. ¿Y por qué no te casaste con ella? ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto. (De Paulo Coelho)