viernes, 31 de octubre de 2014

OCTUBRE 31, 2014

LA SEÑORA EN EL HOTEL DE LUJO Una simpática dama de la tercera edad decidió regalarse para su cumpleaños una noche en uno de los hoteles más caros de su ciudad. Cuando a la mañana siguiente se acercó a pagar la cuenta, el recepcionista le entregó una factura de... 350 dólares!!! Ella explotó de ira y exigió saber por qué la cuenta era tan alta. "Es un buen hotel pero las habitaciones sin duda no valen 350 dólares por pasar una noche y sin desayuno." El empleado le dijo que $ 350 era la "tarifa estándar", por lo que ella insistió en hablar con el gerente. El gerente apareció y advertido por el empleado de recepción anunció: “El hotel tiene una piscina de tamaño olímpico y un gran centro de conferencias, que están disponibles para su uso". "Pero yo no los usé", dijo. ''Bueno, ellos están aquí, y usted pudo usarlos", explicó el gerente. Luego pasó a explicar que ella también podría haber visto uno de los espectáculos internacionales del hotel por lo cual es famoso. "Los mejores artistas internacionales se presentan aquí", dijo el gerente. "Pero yo no fui a ninguno de esos shows", dijo. "Bueno, nosotros los tenemos, y usted los hubiera podido ver", contestó el gerente. El gerente no se inmutó, por lo que la viejita decidió pagar con un cheque y se lo entregó. El gerente se sorprendió cuando vió el cheque. "Pero señora, este cheque sólo está hecho por $ 50." ''Eso es correcto. Yo le he descontado $ 300 por acostarse conmigo...", respondió ella. "¡¡¡Pero no lo hice!!!", exclamó el gerente muy sorprendido. "Bueno, pero... yo estaba aquí, y usted podría haberlo hecho." No se metan con mujeres..., ¡¡¡ y menos de la Tercera Edad...!!!

miércoles, 29 de octubre de 2014

OCTUBRE 29, 2014

LAURA PALOMINO ARAIZA Quizá alguno conozca la historia de los tres canteros que trabajaban de sol a sol tallando enormes piedras. Preguntados por el sentido de su trabajo, el primero respondió que era algo muy duro pero inevitable, un castigo infame, un calvario insoportable. El segundo recordó lo de ganarás el pan con el sudor de tu frente y se alegraba de que gracias a aquel trabajo su familia tuviera una mínima seguridad y la satisfacción de sus necesidades básicas. El tercero ante la misma pregunta dejó por un momento de tallar y contestó: "Estoy construyendo una catedral". El trabajo era el mismo para los tres, pero muy diferentes el sentido, la interpretación y la motivación que cada uno le daba. Trabajar es siempre transformar algo haciéndose alguien. El trabajo es mucho más que una ocupación, el trabajo otorga identidad, de ahí la enorme suerte de aquellos que trabajan en lo que libremente han elegido. Pero el ser de cada uno no puede agotarse en el rol de trabajador. A veces es desmedido el tiempo que dedicamos al trabajo, en detrimento de otras facetas de la vida. Cuando es así estamos robando tiempo a la familia y a nosotros mismos en la tarea de promover un crecimiento armónico, integral y humano. El trabajo debe sustentar la vida, pero no ocuparla por completo, hay que trabajar para vivir y no viceversa. Algo no va bien cuando hay trabajo desmesurado para unos y paro o mobbing para otros. B. Peral

martes, 28 de octubre de 2014

OCTUBRE 28, 2014

GUILLERMO AGUIRRE FARIAS EL LENGUAJE DE LOS COLORES El blanco y el negro, independientemente de sus características científicas como carencia de color, o de unión de todos los colores, han sido considerados opuestos, en relación al Bien y al Mal El blanco representa la pureza, la nobleza, la claridad. El negro es el color de las tinieblas, de la noche, del mal. Los colores de los rayos del sol, de la luna, y otros colores presentes en la naturaleza, servían a los antiguos adivinadores como soporte para algunas de sus profecías. Desde los valores adjudicados por el Cristianismo (blanco al Dios Padre, azul al Hijo, rojo al Espíritu Santo), y teniendo en cuenta los distintos colores que identifican los lujosos ropajes de deidades como Iemanjá, Ogun, Oxun, y muchos dioses, héroes y señores que pueblan otras religiones, o los ritos afro-brasileños o afro-latinos en general, los colores han pasado a detentar un carácter profano, de virtudes más o menos benéficas, que también se relacionan a las creencias folckloricas de cada lugar y cada civilización. Actualmente se atribuye en general estas cualidades a cada uno de los colores enumerados. Más adelante, en otros artículos, nos referiremos a cada uno en particular, relatando el origen de la creencia. AMARILLO: Riqueza, gloria, esplendor y nobleza. AMARILLO PALIDO: Infidelidad, traición. AZUL: Fidelidad, piedad, sabiduría. Es el color de los niños. BLANCO: Pureza, Fe, Creencia, Bondad, Inocencia, Caridad, Modestia. GRIS: Dolor, melancolía y tristeza. Duda. GRIS METALICO: Fuerza y Coraje. LILA: Amor puro, platónico, amistad. MARRON: Humildad. MARRON OSCURO: Dolor intenso. NARANJA: Pasión, deseos de gloria. NEGRO: Duelo, tristeza, deseo o intención de muerte. ORO: Poder, riqueza, abundancia, magnificencia. PÚRPURA: Signo de la realeza. ROSA: ternura, juventud, amor inconstante. Este color se atribuye a las niñas. ROJO: Vida apasionada, amor, fuego, cólera. VERDE: Esperanza en esta vida terrenal y en la vida eterna. Afecto. VIOLETA: Constancia. MORADO: Penitencia.

lunes, 27 de octubre de 2014

OCTUBRE 27, 2014

Carta de Álvaro Obregón a su hijo (junio 1928) El inédito documento original fue subastado y publicado en la revista Mira , sorprendiendo por la actualidad de su contenido. El remitente, Álvaro Obregón Salido, nació en la Hacienda de Siquisiva, Navojoa, Sonora el 19 de febrero de 1880, y murió en la Ciudad de México, el 17 de julio de 1928. Este militar y político mexicano participó en la Revolución Mexicana y fue el presidente número 48 de nuestro país, gobernando del 1 de diciembre de 1920 al 30 de noviembre de 1924. Cajeme, Sonora, junio 27 de 1928. Sr. Humberto Obregón. México, D.F. Mi querido hijo Humberto: Este día reviste gran trascendencia en tu vida porque marca la fecha en que llegas a la mayoría de edad, produciendo este acontecimiento la transición de mayor importancia en la vida del hombre. Hoy asumes, por ministerio de la ley, el honroso título de ciudadano y te substraes de la patria potestad que a tu padre ponía en posesión de la dirección de tus actos; asumes por lo mismo, toda la responsabilidad de tu futuro, sin que esto signifique -por supuesto- que yo me considere relevado de la constante obligación que los padres tenemos para aconsejar y apoyar a nuestros hijos. Y he querido, con motivo de esta fecha, darte algunos consejos derivados de los conocimientos adquiridos con mi experiencia y con el conocimiento del corazón humano, que la intensidad de mi vida me ha permitido adquirir y del privilegio que del destino he recibido al permitirme actuar en todas las clases sociales que integran la familia humana. No pretendo incurrir en el error tan común en los padres, de querer transmitir su propia experiencia a los hijos; si la juventud es tan hermosa, lo es precisamente porque carece de esa experiencia. La experiencia no es sino el resumen de todas las rectificaciones que el tiempo, al transcurrir, viene haciendo del bello concepto que de la vida y de nuestros semejantes nos formamos, desde que entramos en posesión de nuestras propias facultades. Lo primero que necesitan los hombres para orientar sus facultades en la vida, y para protegerse y defenderse de las circunstancias que le son adversas y que por causas ajenas a su voluntad convergen sobre su voluntad, es clasificarse. Clasificarse ha sido uno de los problemas, cuyo alcance, son muy pocos los que saben comprender. Tú debes, por lo tanto, empezar por hacerlo y voy a auxiliarte con mi experiencia. Tú perteneces a ese grupo de ineptos que integran, con muy raras excepciones, los hijos de personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de atenciones y agasajos, y a tener muchas cosas que los demás niños no tienen y que van por esto, perdiendo la noción de las grandes verdades de la vida y penetrando en un mundo que lo ofrece todo sin exigir nada, creándoles una impresión de superioridad que llega a hacerles creer que sus propias condiciones son las que los hacen acreedores de esa posición privilegiada. Los que nacen y crecen bajo el amparo de posiciones elevadas, están condenados por una ley fatal, a mirar siempre para abajo, porque sienten que todo lo que les rodea está más abajo del sitio en que a ellos los han colocado los azares del destino, y cualquier objetivo que elijan como una idealidad de sus actividades, tiene que ser inferior al plano en el que ellos se encuentran. En cambio, los que pertenecen a las clases humildes y se desarrollan en el ambiente de modestia máxima, están destinados, felizmente, a mirar siempre para arriba porque todo lo que les rodea es superior al medio en que ellos actúan, lo mismo en el panorama de sus ojos que en el de su espíritu, y todos los objetivos de su idealidad tienen que buscarlos siempre sobre planos ascendentes. Y en ese constante esfuerzo por liberarse de la posición desventajosa en que las contingencias de la vida los han colocado, fortalecen su carácter y apuran su ingenio, y logran en muchos casos adquirir una preparación que les permita seguir una trayectoria siempre ascendente. El ingenio, que no es una ciencia y que, por lo tanto, no se puede aprender en ningún centro de educación, significa el mejor aliado en la lucha por la vida y sólo pueden adquirirlo los que han sido forzados por su propio destino a encontrarlo en el constante esfuerzo de sus propias facultades. El ingenio no es patrimonio de los niños o jóvenes que han realizado ningún esfuerzo para adquirir lo que necesitan. El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de lo que el esfuerzo vale y se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas importantes de la vida, y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio. Y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de posiciones ventajosas. Todos los padres generalmente recomiendan a sus hijos huir de los vicios. Yo he creído siempre que existe un solo vicio, que se llama “exceso” y que de éste, deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas que de la virtud hacen un vicio, cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio. El objetivo lógico de todo hombre que se inicia en la lucha por la vida, debe encaminarse a obtener todo aquello que le es indispensable para la satisfacción de sus propias necesidades. Obtener lo indispensable y hasta lo necesario resulta relativamente fácil para un hombre honesto, que no practica ningún exceso que le reste su tiempo y le mengüe los ingresos de su trabajo. Cualquier esfuerzo encaminado a realizar estos propósitos, estará siempre justificado y es siempre reconocido por todos nuestros semejantes, pero si se incurre en el error, tan común desgraciadamente, de caer bajo la influencia de lo superfluo, todo sacrificio resultará estéril, porque el mundo de lo superfluo es infinito, no reconoce límites y son mayores sus exigencias mientras mayor satisfacción se pretende darle. Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana, y a este imperio de la vanidad se ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad que los hombres disfrutarían, si a sus imperativos hubieran logrado substraerse, y se ha perdido mucho del honor que en holocausto a lo superfluo se ha sacrificado. De todas estas verdades, solamente pueden librarse los que, teniendo un espíritu superior, llegan a constituir las excepciones de las reglas que siempre se refieren a los casos normales. Si tú logras constituir una de esas excepciones, tendrás que aceptar que has sido un privilegiado del destino, logrando así para honor tuyo y satisfacción de tu padre, librarte de los precedentes establecidos y podrás crearte una personalidad propia, cuyo mérito lograrás sin esfuerzo que todos reconozcan. Éstos son los deseos de tu padre y lo serían de tu madre, si a ella el destino no la hubiera privado de la infinita ventura que una madre debe experimentar cuando su hijo primogénito llega a su mayoría de edad, sin haberles dado a sus padres un motivo de rubor o pesar como es el caso tuyo. Gral. Álvaro Obregón. Comentario; Pienso que leer esta carta debería ser obligatorio para todos los padres que nos esmeramos en pavimentar les el camino a nuestros hijos, pensando que de esta manera serán más felices. ¡ Oh error ! Y como las ideas se olvidan rápidamente, la deberíamos de leer a diario. Comparto con usted algunos párrafos... Si tienes uno o varios hijos, estoy segura que esta carta te ha hecho reflexionar y darte cuenta como a mi, del grave error en el que los padres podemos caer, que educamos a nuestros hijos facilitándoles todo ; por supuesto movidos y cegados por ese gran amor que les tenemos. Que ignorantes podemos ser al hecho de que, al solucionarles la vida desde pequeños a nuestros hijos privilegiados, lo único que logramos es convertirlos en unos lindos 'parásitos'. Que al darles 'todo peladito y en la boca', llenarlos de juguetes y cosas materiales, procurar que no sufran para conseguir algo y recibir mas de lo que dan, lo único que logramos es contribuir a destruir su auto-estima. Entre más límites le pongas a tus hijos, más herramientas tendrán para salir adelante el día de mañana..