martes, 25 de febrero de 2014

FEBRERO 25, 2014

JOSÉ ALBERTO ROMO, LAURA PALOMINO ARAIZA, EDGAR CABRERA, SALVADOR LOERA, ADY LLANES Y A ARTURO ORTEGA MORÁN. CAPSULA DE LENGUA 272, NO SALIR DE PERICO PERRO En el habla coloquial de México, cuando alguien no se esfuerza para salir de la mediocridad, social o económica, de él se dice que no saldrá de perico perro. La expresión desconcierta y no falta quien se imagine a un animal fantástico que ladra, mueve la cola, levanta la patita cuando se acerca a un árbol y además está cubierto de coloridas plumas. Pero, mejor vamos a ver lo que los académicos piensan del origen de esta folclórica expresión. Guido Gómez de Silva, reconocido lingüista mexicano, en su Diccionario de Mexicanismos propone que la expresión puede tener origen en el proceso de los cotorros para aprender a hablar. Dice que perico y perro, son de las primeras palabras que un loro aprende a pronunciar. Algunos son tan torpes que no van más allá y no salen del “perico, perro”. Esto daría origen a la metáfora. No suena mal, pero no hay evidencias que soporten esta teoría. Otra posibilidad, la propone Don Darío Rubio, al tratar el tema en su obra “Refranes, proverbios, dichos y dicharachos mexicanos” (de 1940); ahí dice: “Hace mucho tiempo, en las escuelas primarias había de texto para los principiantes, un libro que comenzaba con las palabras “perico, perro”; y del niño que no aprendía lo que debía y sólo se conformaba con repetir las dos palabras, se decía de él que no pasaba de perico perro”. El caso es que hasta el momento, no hay indicios de que tal libro de texto haya existido. Lo que parece ser el verdadero origen de nuestro perico perro, se encuentra en “Historia de modismos y refranes mexicanos”, un olvidado libro que el padre e historiador José Trinidad Laris escribió en 1921. El padre Laris nos cuenta que a fines del siglo XVIII, hubo un juego de mesa llamado El Laberinto; muy similar al juego de La Oca que ahora conocemos. Asegura que en un ejemplar que él tuvo en sus manos, en una de las advertencias se leía: “Si al perico parlero o al fiel perro fueras a caer; ahí estarás hasta que otro, con compasiva mano te saque”. ¡Aquí está la clave! El dicho se refiere a las casillas del juego en que los jugadores se quedaban atorados. Lo más probable es que, al principio, la metáfora fuera: “no salir de perico o perro”, para referirse a alguien estancado en una mediocre situación económica, social o cultural. Con el frecuente uso y con el tiempo, se perdió la “o” y todo quedó en el “no salir de perico perro”; expresión que sigue brotando en el habla coloquial de los mexicanos y que al ignorar su origen, nos hace evocar a un animal fantástico de coloridas plumas que revolotea dando ladridos.

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