martes, 4 de febrero de 2014

FEBRERO 4, 2014

CECILIA CRUZ ORTEGA, JAVIER ORTIZ, ANTONIO IBARRA, JUANA MARÍA BÁEZ, CONTADORAS LUPITA MÓNICA Y DIANA (PUE), LAURA PALOMINO ARAIZA, JAVIER BARCENA, ROLANDO TREVIÑO Y A ARTURO ORTEGA MORÁN CAPSULA DE LENGUA 270, NOMBRES DE LOS DEDOS Muy sabia fue la naturaleza cuando nos equipó con esos apéndices articulados a los que llamamos dedos. Innumerables beneficios obtenemos de sus servicios y por esto vale dedicarles algunas letras. Desde pequeños, somos instruidos para reconocer la personalidad que caracteriza a cada uno de ellos: Empezamos con el dedito al que primero nos presentan como “niño chiquito”; y que con el paso de los años, como que ya nos da pena decirle así y entonces usamos el sobrio nombre de “meñique”, sin saber que esta voz viene del portugués “menino” que justo significa lo mismo… “niño chiquito”. Quizá algunos, sabiendo esto, prefieren llamarlo “dedo auricular” que se escucha más elegante; aunque luego sabemos que este nombre viene de “aurícula” que en latín significa “oreja” y es que, por sus dimensiones, este dedo es el apropiado para limpiarnos o rascarnos las orejas. Luego, como historia sacada de un cuento, nos dicen que hay un dedo destinado a portar los anillos, así que sin respingar aceptamos que su nombre es “señor del anillo”; pero al pasar los años, este dedo pierde la categoría de “señor” y pasa a ser simplemente el “dedo anular” o sea “dedo del anillo”, el mismo concepto pero dicho sin tanta magia. Se despierta nuestra curiosidad cuando nos hablan del más intrigante de los cinco, el “tonto y loco”, el que ocupa la posición central. Al parecer ganó este nombre por la idea de que era un dedo inútil. Nada más falso porque, entre otras cosas, ahora es imprescindible para hacer señas obscenas a distancia, acto en el que no hay cordialidad y por eso intriga que se le llame también “dedo cordial” o sea “dedo del corazón”. Del que sigue, nos resulta muy familiar cuando nos dicen que se llama “lame cazuelas”, porque para entonces ya lo hemos visto en acción en muchas ocasiones, tomando muestras de betún en los pasteles o raspando el fondo de las ollas en la que se preparó algún postre. Aunque esta función no la pierde nunca, con el tiempo damos peso a su utilidad para “indicar” y entonces lo llamamos “dedo índice”. Algunos desarrollan una gran habilidad para combinar estas dos funciones: entran a la cocina, extienden el brazo y con el dedo índice apuntando a ningún lado exclaman “¡Ya vieron!”, en los breves instantes que las cocineras buscan lo que no hay, el dedo cambia de función y de la cazuela elegida extrae la muestra que va a parar a la boca del usuario. Cierra la cuenta el especialista en despanzurrar insectos, en especial a los que habitan cerca de nuestros pensamientos, por eso lo llamaron “mata los piojos”. Por chaparrón y regordete también se le conoce como “dedo gordo”; además “dedo pulgar” y no porque mate pulgas, el nombre le viene del latín “pollex” que encierra el concepto de “poderoso”, seguramente por su superior movilidad. No cabe duda, la naturaleza fue muy sabia al dotarnos de dedos; sirven para tantas cosas… hasta para escribir una cápsula de lengua.

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