martes, 29 de abril de 2014

ABRIL 29, 2014

JUAN CARLOS MÉNDEZ, ARMANDO MADAHUAR, CAROLINA RAMÍREZ, CARLOS MONTOYA, JUAN ANTONIO QUIROZ ESTRADA, GABRIEL GARCÍA TORRE, DANIEL SUÁREZ Y AL ING. ARTURO ORTEGA MORÁN. CAPSULA DE LENGUA 280, DE HUERCOS Y CHILPAYATES Muchas palabras para nombrar a los niños son hijas de la impaciencia. Es que esos pequeños seres hechos de curiosidad, simpatía e inquietud, no conocen fronteras para manifestar emociones, satisfacer sus antojos y desahogar su infinita energía. Esta frenética manifestación de la vida, con facilidad rompe el temple de los adultos que, ya desesperados, buscan desahogo en el lenguaje y entonces los llaman con palabras fuertes: ¡diablo de muchacho!, ¡mocoso!, y muchas otras. En el noreste de México los llamamos huercos, palabra que deriva de Orcus, un dios del inframundo en la mitología romana. Su relación con la muerte le dio también carácter de demonio. La palabra fue llevada a la península ibérica por las huestes romanas y de ahí, a nuestras tierras norteñas, donde llamar “huercos” a los niños, que es como decirles “diablillos”. También los llamamos escuincles, del náhuatl itzcuintli, nombre de un perro prehispánico que debió ser muy inquieto y escandaloso, así como son los niños, a quienes esto les valió ser llamados así… otra palabra hija de la impaciencia. El náhuatl también dio palabras dulces para nombrar a los pequeños, así es chilpayate, voz con la que se nombra más bien a los bebés y que derivó de tzipilpayatl que se forma de tzipil (niño llorón) y payatl (reboso). De modo que chilpayate es el niño de rebozo, que al no poder hablar se da a entender con el llanto. Relacionado con esto está decir que un pequeño se puso chipil (o sea llorón) cuando llega o está por llegar un hermano con el que ha de competir por la atención de la madre. Otra palabra muy usada en nuestro país es chamaco, del náhuatl chamauak, que significa “lo que está creciendo”. Curiosamente, el mismo concepto latino de adolescente, que significa eso mismo ´el que está creciendo´ y que luego pasa a ser adulto que viene a ser ´el que ya creció´. En regiones sonorenses, a los niños los llaman bukis. Esta voz es de los yaquis, pueblo prehispánico de aquellas tierras. En su lengua, buke es criar; y de ahí, buki pasó a significar criatura. Abundan palabras para nombrar a los niños, muchas de ellas son hijas de la impaciencia… como cuando los llamamos “traviesos” justamente porque con sus travesuras “se nos atraviesan” y se convierte en obstáculo para nuestra tranquilidad. Aun así, ¡cómo no amar y cuidar a esos pequeños seres hechos de curiosidad, simpatía e inquietud!... en el fondo sabemos que esos momentos de impaciencia, se grabarán a fuego en nuestra memoria y los reviviremos después envueltos en la dulzura de la nostalgia.

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