martes, 29 de julio de 2014

JULIO 29, 2014

AMERICA SOLAEGUI SIMANCAS, MARTHA SILVA BERNAL, CARLOS CAMPOS, JOSE LUIS PARRA, LEONARDO GARCIA, DIEGO PACHECO Y AL ING. ARTURO ORTEGA MORÁN. CAPSULA DE LENGUA 292, DE GOBERNADORES Y GOBERNADOS En lengua griega, hace miles de años, llamaban kibernetes a los marinos responsables de conducir los barcos a su destino; Kibernetike era el arte de navegar y el verbo kybernan significaba ‘conducir el barco’. De kibernan, en latín nació el verbo gubernare, al principio con el mismo significado náutico. Después, por metáfora, gubernare pasó a significar ‘conducir al pueblo’. De ahí, en castellano nacieron nuestras palabras: gobernar, gobierno, gobernador y gobernados. ¡Ah! También en México usamos la palabra que unos dicen gubernatura y otros gobernatura… y a propósito ¿usted cómo pronuncia este mexicanismo?... La realidad es que ninguna de las dos está recogida en el diccionario así que mientras son peras o son manzanas, usted dígala como quiera, ya el tiempo dirá cual se queda. Lo que sí, es que las estadísticas de uso parece que le darán el triunfo a gubernatura. Como huella del origen marino de esta familia de palabras, en el diccionario aún encontramos la voz gobernalle, que es el nombre del timón con el que se gobierna el navío. En el año 1834, en Francia, buscando una palabra para nombrar al estudio de ´los modos de gobernar´ se propuso la vieja palabra griega cybernetiqué y después, en 1948, el matemático norteamericano N. Weiner, escribiría: «Hemos decidido, para nombrar al campo de la teoría de control y comunicación, tanto en máquinas como en seres vivos, usar el nombre Cibernética». Nació así, una palabra que pronto se convertiría en símbolo de modernidad. Así, el antiguo kybernetike (‘arte de navegar’), volvió a tomar vigencia. Sólo que ahora se navega en un mar de información. De la metáfora que pasa del gobernador que conducía un barco, al gobernador que hoy conduce a un pueblo; solo hay algo que no cuadra. Los primeros, ante un naufragio, eran los últimos en abandonar el barco aún a costa de su vida; los de hoy, son los primeros que saltan para ver el naufragio desde lejecitos… No cabe duda, los tiempos han cambiado y el sentido del honor también.

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