martes, 17 de marzo de 2015

MARZO 17, 2015

CÁPSULA: ATARANTADOS, POR ARTURO ORTEGA MORÁN Los baches no son un mal propio de este tiempo ni de este lugar, crónicas antiguas ya registran quejas de viajeros que transitaban por caminos llenos de estos hoyos callejeros. Con estas palabras expresó Juan Valera su molestia a principios del siglo XIX: “Ha venido el deshielo a poner las calles en un estado lastimoso. A pie no se puede salir, a no querer nadar en un fango negro y nada aromático; y en coche va uno como picado por la tarántula, dando brincos y haciendo contorsiones horribles, con el traqueteo y los sacudimientos que causan los baches en el que se hunden los carruajes. Las ruedas hacen subir el lodo hasta las nubes y le salpican a uno miserablemente, embadurnándole la cara y convirtiéndole en un etíope, si se descuida un poco”. De esta narración valeriana, hay una historia que se guarda en el colorido comentario “va uno como picado por la tarántula”… Todo empieza en una remota antigüedad, cuando los griegos fundaron una colonia en las costas del Mediterráneo, en el sur de la península Itálica. A esa población la llamaron Taras, que al paso del tiempo pasó a ser Taranto y aún Tarento. En esta región, abundaba una arañota peluda que por ser de la región de Taranto, fue llamada tarántula. Aunque la picadura de este bicho no es mortal, quien tenía la desdicha de recibirla quedaba un poco o un mucho aturdido y para dejar bien clara la causa, se decía que estaba atarantado. Eso fue al principio, porque ahora el mundo está lleno de atarantados y de esto no tienen ninguna culpa las tarántulas. Esta historia también dejó huella en la música y es que había la creencia de que, para curar a los atarantados, estos deberían bailar al ritmo de una música frenética y, ¡santo remedio!, sudarían el veneno y recuperarían la lucidez. De ahí quedó que a ese tipo de piezas musicales, de ritmo intenso, las llamaran tarantelas. Lástima que haya sido solo una ilusión, de haber sido un real remedio, hoy tendríamos ejércitos de atarantados zapateando estas tarantelas en busca de la cura milagrosa.

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