jueves, 20 de marzo de 2014

MARZO 18, 2014

EDGAR LÓPEZ ALBARRÁN (XALAPA), IVETH PEREZ, ALINE BONILLA, LY BADILLO (PUE), GABY TABOADA, ALFONSO MIJARES Y A ARTURO ORTEGA MORÁN CAPSULA DE LENGUA 275, LOS CHARROS GRITARON Y LOS MARIACHIS CALLARON Acostumbrados a someter briosos caballos y vigorosos toros, los charros pusieron el grito en el cielo porque unas chivas brinconas ahora sí que se les pusieron al brinco; y es que las chivas del equipo de futbol Guadalajara se retrataron vestidas de charro, o al menos eso pensaron porque, de inmediato, la indignación de la Federación Mexicana de Charrería resonó fuerte en los medios por no haber sido consultados sobre cómo es que se debe vestir un charro, porque, según dijeron, el traje que usaron más bien parecía de mariachi. ¡Caray!, quienes vivimos al margen de estos detalles del folclor mexicano, hasta ahora caemos en cuenta que entre mariachis y charros, hay un traje de por medio… bueno, aparte de que, mientras unos le suenan duro a guitarras, guitarrón, violines y trompeta; los otros se recrean haciendo florituras con la reata y toda suerte de faenas que demuestran su habilidad para dominar a los brutos; aunque… por aquello de las malas interpretaciones, mejor digamos caballos y toros. Un poco de historia nos hace comprender estas desavenencias folclóricas. Desde muy antiguo, en España surgió la palabra charro, voz despectiva que procede del vasco “txar” que significa (malo, vulgar), así llamaron a los labradores rústicos, principalmente de la región de Salamanca, que gustaban de vestir trajes muy llamativos. El exceso de adorno en el vestuario, y su connotación despectiva, también hizo de charro un adjetivo que el diccionario define como: “Dicho de una cosa recargada de adornos, abigarrada o de mal gusto”. En México, las cosas tomaron otro derrotero, por su destacada participación en las luchas que forjaron nuestro país y por la exaltación que de estos personajes hizo el cine mexicano en la primera mitad del siglo XX, la figura del charro fue adquiriendo prestigio a tal grado que se convirtió en un ícono de la identidad mexicana. Como parte de esta evolución, para el traje de los charros se han creado en la actualidad, por parte de las Asociaciones de Charrería, ciertos estándares que definen cómo debe verse un charro. Por otro lado, los mariachis son músicos cuyo origen se remonta a épocas prehispánicas y su nombre nada tiene que ver con la voz francesa “mariage (que significa boda)”, como mucho se ha pregonado. En lenguas proto-náhuatl, la raíz “mari” está asociada al concepto de “madera”. De ahí, se llamó mariachi a las tarimas en que se bailaban primero danzas prehispánicas y luego sones mestizos. Sería después que el nombre pasó a los músicos que acompañaban dichas danzas. La vestimenta original de aquellos mariachis, no era diferente a la del resto de los campesinos, que vestían de manta y huaraches cuando bien les iba. Fue también hasta la primera mitad del siglo XX, cuando al convertirse en figuras de identidad nacional, para verse más presentables se vistieron de charros y ahí está el punto. Al no ser regidos por las Asociaciones de Charrería, su vestimenta no se ha sujetado a los recientes estándares establecidos y sus colores y formas han evolucionado con más libertad. Esto explica por qué ante la pretensión de las chivas futboleras, de retratarse vestidas de charro, estos hayan puesto el grito en el cielo y mientras tanto… los mariachis callaron.

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