miércoles, 2 de julio de 2014

JULIO 1, 2014

FELICITACION A TODOS LOS INGENIEROS POR SU DIA, DAVID CASAS, RAMÓN MUÑOZ (ILLINOIS), EDUARDO LÓPEZ GÓMEZ (LEÓN), A GUZMÁN OLAGUE, MARTÍN ALONSO DELGADILLO PULIDO Y AL ING. ARTURO ORTEGA MORÁN. CAPSULA DE LENGUA 288, PALABRAS QUE MUERDEN Hay palabras a las que les hemos puesto dientes. Con tino las llamamos insultos, porque su sentido implícito es ´saltar sobre alguien, echarse encima´, viene del latín de in y saltare. Por ser palabras pesadas, también las llamamos agravios, de la raíz *grav ´lo pesado´, como en gravamen, gravedad y aún en grosería. Muchas de ellas muerden al difamar al intelecto. De las más suaves son: Tonto, que procede de attonitus ´el que queda pasmado por un fuerte sonido, atontado´. Menso, del latín mensus ´lo medido´, o sea que, un menso es aquel a quien le tomaron la medida para aprovecharse de él. Otras palabras encierran historias más complejas: Idiota, se dice de las personas de corto entendimiento. Lo curioso es que en su origen griego, un idiota era quien no se metía en cuestiones públicas, se limitaba a lo propio, justo lo que significa la raíz idios, como en la voz idioma (que es lenguaje propio). Por suponer que el aislamiento aleja del conocimiento, idiota pasó a significar ignorante; sentido que aún encontramos en el lenguaje médico cuando se habla de una enfermedad idiopática, es decir, que no se sabe que la ocasiona. Del concepto de ignorancia, no fue difícil pasar al de deficiencia mental, y de ahí… al catálogo de insultos. Imbécil, otra palabra de curiosa evolución. Aunque hoy también tiene el sentido de escases de inteligencia, imbecillis formada de im (no) y bacillus(bastoncillo) en latín literalmente es “el que no tiene bastón”, o sea, un joven inexperto y falto de juicio. De este concepto, se pasó al de debilidad mental, convirtiéndose también en insulto. De otra naturaleza es pelafustán, si alguna vez te dicen así, es bueno saber que el insulto tiene origen en el fustán, un tipo de tela pachoncita a la que, algunos desocupados, encontraban divertido dedicarse a arrancarle la lanosidad, de ahí, que a estos tipos ociosos, sin oficio ni beneficio que hallaban divertido pelar al fustán, los llamaran pelafustanes. Cuando estamos enojados, cualquier palabra puede convertirse en insulto, basta con llenarla de esa carga emocional que nos invade. No obstante, hay voces a las que hemos endurecido, les hemos robado su origen inocente y les hemos puesto dientes para dar con ellas dolorosas mordidas.

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